Siberia en la cabeza te presenta: Mauro Beltrán

Con el tiempo, conforme vas creciendo y por tus oidos han pasado muchas, muchas canciones, es complicado seguir emocionándose y sorprendiéndose con una propuesta musical.

Mauro Beltrán ha conseguido lo que hacía mucho tiempo  no encontrábamos. Seguir creyendo en la música, en la belleza del que cree en lo que hace. En el concepto musical más allá de la canción. En que cuando menos te lo esperas, un disco puede emocionarte y disfrutar como si fueran las primeras notas que escuchas en la vida.


El valenciano de tan solo 21 años, presenta su tercer disco (3 discos! dato que constada la enorme imaginación que nos propone el artista) con un título tan original como el resto de nombres de los temas que lo forman: "Mueren de pie los árboles que no saben crecer"

Nos encontramos ante una obra  de enormes dimensiones en todos los aspectos. Dos horas y media de duración que se dividen en un total de 12 canciones con títulos tan sugerentes como "Sus caras eran paisajes" o "Nuestra piel es la única jaula". 

Toda una historia narrada a través de música sin palabras. Instrumentalismo en capas sonoras que se superponen apareciendo y desapareciendo como por arte de magia.  En palabras del autor
 "Narra un periodo de 4 años de mi vida. Trata sobre crecer y todo lo que ello conlleva. "



El disco, causará diferentes efectos según quien dónde y cuando se escuche. Son tantas las sensaciones que provoca que cada  uno las entenderá de una manera singular.

Hay momentos muy íntimos, donde las melodías se balancean suavemente como un oceáno. Momentos experimentales donde las ideas y pensamientos se entremezclan sin alcanzar una solución. Letargos tras un fin de semana. Otros donde se intuye una rabia contenida a punto de explotar. Dudas. Inquietudes. Paisajes más electrónicos y casi mestizos como los de "Internas revoluciones calladas"...

Y dos joyas que por si mismas podrían ser discos independientes" Ojalá solo pudiera recordarnos cuando estábamos sonriendo". 24 minutos de aventura musical,  que se inicia sobre una base de piano para cambiar drásticamente a efectos óscuros y sombrios, helados. El final, una nota infinita que abre una puerta a la esperanza.


 Y "Los soñadores construyen distancias" en esta ocasión 18 minutos que de nuevo  nacen sobre un alegre piano y ecos en la lejanía  que se va apagando y muriendo poco a poco. 

Recuerdos a los primeros Efterklang y a las canciones más personales e íntimas de Sigur Ros, son más que una buena tarjeta de presentación.

Un disco de degustación pausada, para ir descubriendo muy poco a poco, tan lleno de matices y detalles que requiere infinitas ( y agradables) escuchas. Donde cada canción es un pequeño cuento de una gran historia narrada sin necesidad de palabras.

Ponte cómodo, abre la mente y escucha a continuación el disco completo:




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