"Si me preguntaras cuál es mi religión te diría 3 cosas: Música, Arte y Naturaleza. Esas son las cosas a las que he dedicado mi vida y que me traen la alegría más pura”, explica Thomas. “A menudo, cuando hago arte o música, siento que algo me guía: llámalo dios, llámalo magia, llámalo Jim... ¡sea lo que sea, me hace feliz! Mi dios es probablemente algo totalmente diferente al tuyo, ¡y eso es algo hermoso! Estaba pensando en eso un día, así que escribí esta canción. ¿Cómo es tu dios? ¿Es una rana sentada encima de un hongo? ¿Una cobra de quince cabezas? ¿Un vórtice giratorio? ¡Un viejo blanco con una larga barba blanca es la única respuesta incorrecta!"
Las imágenes del mundo natural, desde tormentas de nieve hasta montañas verdes y días nublados, llenan las canciones y crean un escenario inconfundiblemente lejos de Los Ángeles, como se evidencia en el video “Portrait of God”, filmado en la selva tropical de la Península Olímpica. “Es uno de mis lugares favoritos en la Tierra, ¡quizás el bosque más mágico que he visto en mi vida! Honestamente, fue difícil concentrarse en hacer el video cuando había tanto amor cubierto de musgo a nuestro alrededor”, dice Thomas. El video, dirigido por Nicola y Juliana Giraffe, está coprotagonizado por SASAMI, quien también coescribió y coprodujo el álbum.
Hay momentos en nuestra vida en los que sentimos magia en el aire. Cuando llega un nuevo amor, o nos encontramos perdidos en un momento de creación con otros que comparten nuestra visión. Una sensación de que: esto es lo que quiero ser. Esto es lo que quiero compartir.
Es un sentimiento fugaz que Kyle Thomas, el cantautor que graba y actúa como King Tuff, anhelaba en la primavera de 2020.
Pero sabiendo que no podía simplemente recrear esta época de su vida a voluntad, Thomas, que es oriundo de Brattleboro, Vermont, se dispuso a escribir una carta de amor a esos preciados momentos de inspiración y al pequeño pueblo que lo formó. En el que alimentó por primera vez sus impulsos de escribir canciones, rebotando ideas de otros artistas de ideas afines. El tipo de lugar donde el cambio de las estaciones siempre brinda un sentido de perspectiva y una nueva inspiración artística. Donde sintió una conexión más profunda con la naturaleza y el sentido de comunidad que alguna vez estuvo tan cerca.
“Quería hacer un álbum para recordarme que la vida es mágica”, reflexiona. El resultado es Smalltown Stardust, un disco espiritual, tierno y, en última instancia, alegre que podría sorprender a aquellos con un conocimiento pasajero del catálogo anterior del artista. En Smalltown Stardust, Thomas nos lleva en su viaje a un lugar donde el pasado y el presente chocan, donde puede ser un soñador enamorado de todo lo que ve. Abundan las imágenes de su juventud.
Si bien gran parte de Smalltown Stardust invoca huellas y lugares idealizados del pasado de Thomas, el proceso de grabación del álbum hizo realidad su visión comunitaria. La casa de Thomas en Los Ángeles en 2020 formó una especie de micro-escena, con los compañeros de casa Meg Duffy (Hand Habits) y Sasami Ashworth grabando sus propios álbumes anunciados (Fun House de 2021 y Squeeze de 2022, respectivamente) al mismo tiempo. Un espíritu compartido dominó una era que pasó en gran medida en las instalaciones, con Thomas como ingeniero y colaborador en ambos discos, y Ashworth trabajando como coproductor en Smalltown Stardust. Thomas describe la época con una metáfora adecuada: “Siempre me ha gustado rodearme de otras personas que hacen cosas. Quieres florecer el uno con el otro”. Las contribuciones de Ashworth son vitales para el álbum: ella coescribió la mayor parte del disco y contribuyó con la voz, los arreglos y la instrumentación de cada canción. Como señala Thomas, “Traté mucho de seguir su visión. Ayuda a abrir su mundo a los colaboradores. Siempre obtienes algo completamente diferente de lo que esperabas”.
Al final, Smalltown Stardust no es simplemente un viaje de nostalgia. Al hacer el disco, Thomas no solo conjuró un momento especial en su vida, sino que encontró una nueva inspiración, rodeado de un pequeño círculo de colaboradores y un sentido de amor y maravilla por la naturaleza. Si el primer disco de King Tuff se limitó a afirmar que Thomas ya no estaba muerto, Smalltown Stardust es un himno a lo que significa esa vida. Una declaración de fe y un himnario a la magia que aún se contempla a nuestro alrededor. “Soy una persona diferente ahora que hace 20 años cuando comencé. Pero curiosamente, cuando comencé la banda, era más como esto”, dice. Es decir, las cosas han dado un giro completo.
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