Granollers y Dalí.

Granollers!!!

El corolario de aquella utopía llegará en otro mayo emblemático, el de 1971, con la celebración de la primera edición –y única- del primer Festival Internacional de Música Progresiva del estado, casi veinticuatro horas de música ininterrumpida al aire libre con la mirada puesta en Wight y un permiso gubernativo que no llegará hasta el último momento.

El de Granollers es el primer trip colectivo, el auténtico big bang de la psicodelia en España.

Con un presupuesto de un millón y medio de pesetas y la entrada a 200 cucas, la ceremonia comunal resulta económicamente ruinosa y, por supuesto, no tuvo continuidad, pero el ínclito Dalí se aprestará a sugerir a unos amigotes californianos para una hipotética segunda edición del festival: "Debéis traer a los Grateful Dead a Granollers, que son muy amigos míos".


Otros episodios resultan más oscuros y aparecen mucho menos documentados. Así, en un ámbito más marginal, un comité vinculado a la C.N.T. que batalla en el conflicto laboral de la factoría local Permesa Motor Ibérica, sumida en plena crisis, aprovecha la gira europea del Living Theatre e invita a la mítica compañía de Julian Beck a sumarse a la movilización. La combativa troupe norteamericana, condenada al vagabundeo, acepta el ofrecimiento y en 1977 escenifica en el pabellón municipal de deportes una representación benéfica –en inglés y en bolas- de su escandalosa panfleto Seven Meditations on Political Sadomasochism, colérico drama calificado como “una misa negra anarquista”.

Happening de Happenings y todo es Happening.




Salvador Dalí como sonado anzuelo mediático. Las cámaras de un equipo alemán registran la delirante explosión de color en unas imágenes que se incorporarán al metraje del alucinógeno documental "Impressions de la Haute Mongolie (1976).

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